miércoles, 14 de diciembre de 2011

CUENTO DE NAVIDAD


Ahora que se acerca la Navidad y la mayoría de las personas nos encontramos en ese estado de que tiene mucho que ver con la familia, la generosidad, el cariño, la melancolía y la nostalgia, me sale del corazón hacerle a usted un regalo. Sí, amigo lector… ¡lo ha leído bien! Un regalo que espero sepa apreciar, ya que he puesto todo mi cariño en él y “el que da lo que posee, no está obligado a dar más”.

Antes, tengo que hacer público que este relato es una versión libre del “Tratado ejemplar” expuesto por los maestros Miguel Martínez e Ignacio Errando en las famosas tertulias socioeconómicas del restaurante Warinessy de Villena. Su título, “la paradoja de las 100 monedas”.

“Se dice que cuando se creó el mundo de los negocios, se designó a un reducido grupo de personas para ser los Guardianes de los Continentes. Éstos deberían velar sigilosamente por la correcta aplicación de las leyes comerciales y sobre todo, corregir los desequilibrios naturales que la ambición humana pudiese ocasionar, siempre sin llamar en absoluto la atención, ya que la falta de discreción estaba reñida con la aceptación de dicho cometido, según el mandato divino.
Se cuenta que en el siglo XV, en el Reino de Valencia, uno de estos guardianes vivía felizmente casado con una guapa joven. Tenía 3 hijos inteligentes y trabajadores y aparentemente, no necesitaba para vivir más que mantener su pequeña sastrería. Su nombre era Elías Vivas Vives.
D. Sancho Planells, rico hacendado no entendía como con una vida así, este hombre podía ser tan feliz. Durante noches estuvo dándole vueltas a la idea de generar la infelicidad a este hombre. Después de mucho pensar, una noche dejó en la puerta de la sastrería de Elías una bolsa con 10 monedas de oro. A la mañana siguiente, El guardián de los continentes dio gracias a Dios por la grata sorpresa, no sin antes preguntar a sus vecinos si a alguien se le había extraviado dicha bolsa.
A la mañana siguiente se volvió a encontrar otra bolsa idéntica, con 10 monedas más y así durante 9 noches.
El Guardián de los Continentes se sentía más feliz todavía.
La décima madrugada, también se encontró una bolsa idéntica a las anteriores, pero cuando contó las monedas, se percató de que habían solamente 9. Las contó una y otra vez de forma apresurada, pero habían solo 9 monedas.
Ante tal hallazgo gritó visiblemente contrariado: ¡Alguien me ha robado una!
En las 3 madrugadas siguientes, Elías no encontró bolsa alguna y ya agotado por el cansancio y el insomnio se quedó profundamente dormido. Cuando se despertó, le dijo a su querida esposa que una profunda “voz” le había hablado con autoridad durante el sueño:
Cuando un hombre recibe 9 bolsas de 10 monedas y una bolsa con 9, no debe ser infeliz por que piense que le falta una, sino que debe estar eternamente agradecido por 99 monedas haber recibido.”

¡Feliz Navidad! Y próspero año nuevo….

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