jueves, 1 de agosto de 2013

SOLIDARIDAD

Siempre he pensado que el hombre por naturaleza es sensible a los problemas de los demás. Un ejemplo lo hemos vivido, desgraciadamente, los pasados días con el accidente ferroviario de Santiago de Compostela. En él pudimos ver a toda la sociedad solidarizándose con las víctimas y sus familiares. Desde los ciudadanos que prestaron la ayuda inicial, el personal sanitario, hasta las instituciones de toda índole que como muestra de solidaridad con el dolor de los afectados, pusieron las banderas a media asta.


Si nos centramos en los problemas de salud y más concretamente en las demencias y el mal de Alzheimer. Yo creo que a mucha gente le gusta sentirse sensible con el prójimo en unos momentos determinados, pero cuando la ayuda a prestar se tiene que prolongar mucho en el tiempo, entonces permanecen solidarizándose con la causa un grupo muy reducido de personas (si lo comparamos con el total de la sociedad).

Normalmente este grupo de solidarios con el Alzheimer lo forman: algunos familiares del enfermo, algunos voluntarios, algunas de las personas a las que su profesión les vincula con el cuidado de los enfermos. Por ejemplo: neurólogos, médicos, técnicos, psicólogos, trabajadores sociales, auxiliares sanitarios y de geriatría, cuidadores profesionales, administrativos, etc. Muchos de estos profesionales en numerosas ocasiones ejercen de voluntarios y son solidarios por dedicar más horas de las que son remunerados.

También hay un grupo de profesionales que demuestran una vocación de ayudar al prójimo que les hace tener una ternura y un cariño extraordinarios en el cuidado de nuestros familiares. A veces es tal el vínculo de afecto que se crea que se convierten en parte de nuestra familia. Nos ayudan mucho más de lo profesionalmente exigible. Estos, para mi, son los verdaderos héroes.

En el mundo del Alzheimer hay también un grupo de personas solidarias y voluntarios que no son ni más importantes, ni tienen más mérito que los mencionados, simplemente intentan ayudar de una forma diferente y a veces menos directa. Me estoy refiriendo a los miembros de las Juntas Directivas de las Asociaciones.

En este grupo ayudamos a que se tomen decisiones que es necesario que se tomen, es un trabajo que también alguien tiene que hacer. No se trata de un voluntariado más complejo, ni más pesado de realizar, ni más difícil que los nombrados arriba. Simplemente, como he dicho antes, es diferente.

En las Juntas Directivas somos personas que estamos durante un tiempo con la responsabilidad de tener que tomar decisiones pero que hemos de tener muy claro que llegará un día en que dejaremos nuestro lugar a otros que nos reemplacen en el puesto. Cuando se produzca este relevo es muy importante haber hecho las cosas lo mejor posible para que la nueva incorporación se encuentre las cosas siempre mejor de lo que estaban y de esta forma se pueda seguir mejorando lo mejorable.

Finalmente desde mi posición de vocal de dos Juntas Directivas aprovecho para hacer un llamamiento a todas las personas que quieran solidarizarse con el Alzheimer formando parte de las Juntas Directivas, a que lo hagan sin ningún miedo. Seguro que encuentran la manera de mejorar lo mejorable y de aportar tanto o más que cualquiera de nosotros.


Hasta pronto !!!!


Javier.

Vocal de FEVAFA