El día 21 de
Septiembre se celebra el Día Mundial del Alzheimer. La gente se interesa por
conocer la naturaleza de esta enfermedad, por sus manifestaciones y sus
consecuencias.
Pero… ¿qué es
el Alzheimer?.
Si preguntamos
a un médico, nos dirá que: “ el Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa
que provoca en quien la padece un progresivo deterioro cognitivo y graves
alteraciones de conducta. Y que en estos momentos es una enfermedad incurable”.
Indudablemente,
todo eso es cierto.
Pero el
Alzheimer es algo más, es mucho más que eso.
-El Alzheimer
es un pozo profundo, negro, donde se entierran esperanzas, ilusiones y anhelos
que en tiempos pretéritos, aunque a veces no muy lejanos, fueron motor de vida
del enfermo y sus allegados.
-El Alzheimer
es como una escalera cuyos peldaños solamente consienten el descenso. Es como
si esos peldaños tuviesen un mecanismo de bloqueo que impidiesen la subida a
quien lo intentara.
-Es la lucha
por recordar lo que notas que se olvida, para, a continuación, inmediatamente,
volver a olvidar lo que acabas de recordar.
-El Alzheimer
es una tela de araña que atrapa al enfermo, y que en el combate por intentar
romperla, debilita física y psíquicamente, hasta la extenuación, al propio
enfermo y a todos los que afectivamente están próximos a él.
-El Alzheimer
es esa enfermedad que padeció Adolfo Suárez, el que fuera presidente del
gobierno de España. En algún lugar he leído que cuando le comunicaron la muerte
de su hija Mariam, simplemente contestó:
-Mariam, pero…. ¿quién
es Mariam?
-El Alzheimer
es ese Hola! o ese Adiós! que se dice sin hablar, con una sonrisa inexpresiva,
porque se han olvidado las palabras para poder decirlo de viva voz.
-También es
aquella frase: ¿… y tú quién eres? con la que finalizaba aquella película,
tierna y brutal, que tanto nos conmovió en su momento.
En otro orden
de cosas, el Alzheimer es una estadística administrativa.
Con frecuencia,
y más en estos días, escuchamos decir que:
-En la actualidad hay tantos miles
de enfermos en España y tantos miles en todo el mundo.
-Que se espera que la incidencia de
la enfermedad progrese de una forma acelerada.
-Que a mediados del siglo XXI,
habrá muchos miles de enfermos más.
Y no solamente
es una estadística administrativa. Es el estéril campo de batalla dialéctico,
donde los políticos de uno y otro signo
baten sus armas para intentar convencernos de que con ellos todo iría
mejor.
Y en el ojo
del huracán que supone todo esto, y como protagonistas, el enfermo y su
cuidador.
El enfermo,
normalmente, anda desorientado y perdido, es una persona que si en algún
momento puede pensar, piensa:
-No sé quién soy.
-Tampoco sé dónde estoy. Pero
dondequiera que esté, lo que quiero es irme a mi casa. ¿ Dónde está
mi casa?.
-¿Cómo me llamo?. A veces oigo un nombre pero no sé si es a mí a
quien nombran.
-Me dan algo para comer y me dicen
que eso me gustaba mucho antes, ¿cuándo es antes?
-Estoy en un laberinto de
habitaciones y pasillos. Busco una salida pero no puedo escapar. Parece que
me tienen encerrado.
-Me están robando mi dinero.
-Hoy he hablado con una persona muy
simpática, a la que creo conocer. La veo siempre que me lle-
van al aseo. Me dicen que mire al
espejo y vea lo bien que estoy.
-Estoy triste y muy enfadado. Me
han dicho que no pongo atención y que me
tienen que repetir las cosas. Pero no es eso. ¡ Simplemente es que se me olvida
todo!.
Y finalmente
el cuidador. No me refiero al cuidador profesional, el que a cambio de una
compensación económica atiende, a veces muy bien, a veces menos bien, al
enfermo.
Me refiero a
ese esposo o esposa, a ese hijo o hija que multiplicándose hasta el
agotamiento, se ocupa de su familiar.
Esa persona
que, a las tres o a las cuatro de la mañana de cualquier día, de muchos días,
oye al enfermo o enferma levantarse de la cama, y le pregunta:
-pero mamá ¿dónde vas tan temprano?. Son las tres de la
mañana.
Y mamá responderá:
-No sé qué hora es, pero tengo que hacer la maleta porque me voy de
viaje y he de tenerla preparada. Eso o algo parecido es, seguramente, lo que
responderá.
Y entonces le
dirán:
-Duérmete mamá,
duérmete, que todavía es muy temprano. Son las 3 de la mañana.
Cuidador es
también esa persona, ya mayor, que atiende a su cónyuge, también mayor, y que
cualquier día, aplastado por la soledad, incapaz y sintiendo que la vida se le
escapa, en un arrebato inexplicable, acaba con la vida de la persona que está
cuidando.
Al día
siguiente , las noticias dirán que ha habido un nuevo caso de violencia de género.
Pero no.
Yo creo que
eso no es violencia de género. Eso es el cansancio insoportable ante la falta
de unas ayudas tantas veces prometidas y en tan pocas ocasiones recibidas.
Todo esto y
mucho más es el Alzheimer.
Luis Ponce
Sánchez